Cuando una empresa está fuertemente ligada a una familia, los lazos familiares tienen una importancia tal que condicionan todos los aspectos del negocio
La estructura de la familia, su estilo de comunicación, la relación con la autoridad paterna o materna, los valores familiares, la manera de enfrentar el
conflicto, las situaciones no resueltas y la constitución de límites, todo esto unido a los esfuerzos y expectativas del fundador (sea hombre o mujer) son determinantes de la suerte que corre la empresa familiar, sobre todo cuando se logra superar la etapa de la "primera generación", esto es la generación del fundador. No se puede conocer la dinámica de la empresa separada del contexto familiar y viceversa.
Se establece entre la familia y la empresa un lazo inviolable y de contornos imprecisos que impide ver dónde termina la familia y empiezan los negocios. No hay separación entre una y otra. ambas, familia y empresa, son una sola. (te sugerimos leer Como impacta la cultura familiar a la empresa)
HOGAR, DULCE HOGAR
En las empresas familiares hay situaciones provocadas por la falta de límites claros entre familia y empresa que generan, más tarde o más temprano, conflictos con impacto en la productividad y los negocios. ¿Dónde comienzan? ¿En casa o en la empresa? Si bien no hay reglas generales, se puede arriesgar con un alto grado de certeza que, en general, es la necesidad familiar la que marca que camino seguir en la empresa.
Un caso típico es el de la esposa que, una vez pasada la etapa de crianza de los hijos, descubre que tiene mucho tiempo libre y "va a ayudar" a su marido (o padre) en la empresa en lo que haga falta, casi siempre en la administración y o en alguna posición de Recursos Humanos. Sucede que la empresa no tiene necesidad genuina de esa posición; la crea sólo para tener ocupado a un miembro de la familia. Las consecuencias casi obvias son el aumento innecesario de estructura, el malestar en el personal, la intromisión en las decisiones y el deterioro de la relación conyugal, por nombrar sólo algunas.
QUIÉN MANDA EN CASA (y quién en la empresa)
Conocí una empresa del sector logístico que estaba transitando la etapa de la segunda generación, esto es aquella en que los hijos del fundador toman la dirección, y el management comienza a profesionalizarse. Esta empresa había superado con éxito las etapa inicial, lo que en Latinoamérica consigue sólo el 14% de la empresas que se crean. La próxima etapa los enfrentaría al desafío de introducir cambios profundos y reinventarse para seguir o desaparecer.
Pues bien, en esta empresa, la última palabra en materia de selección de personal la tenía la abuela de los actuales directores, es decir, la madre del fundador. ¿Por qué? Sólo por una concepción de matriarcado que será bien visto en algunas culturas y no tanto en otras.
Ella no trabajaba ni había trabajado nunca en la compañía pero era la referente familiar que mantenía la cohesión en una familia que se había esparcido gracias a 7 hijos y 21 nietos, todos futuros herederos con distintos grados de participación en el capital. ¿Bien hecho? ¿Mal hecho?
El punto es, nuevamente, dónde están los límites. La señora sin duda conocía mucho de su familia pero... ¿y del día a día de la empresa? ¿y de las competencias necesarias para cada posición? ¿de los desafíos que cada posición enfrentaría? ¿y de la tecnología? ¿y de la competencia? ¿...?
Las empresas familiares comienzan siendo una familia con sus propios valores y estos valores se plasman en la empresa, día a día. Es el desafío del fundador y sus sucesores establecer los límites para mantener la armonía familiar, el crecimiento sostenido de la empresa y el equilibrio entre una y otra forma de vida.
Y en tu empresa, ¿están claros los límites entre los negocios y la familia?
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Artículo escrito por Ángeles Teruggi y publicado en diversos medios de Latinoamérica y España dedicados a los emprendedores y las PyMes